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A un ángel. Tú.



A un ángel. Tú.

 Los ángeles tienen diversas formas, a veces es un mendigo, un anciano, un niño, un hippie, un asesino un drogadicto, un enfermo, un perro... un gato, un diván.

Pero un ángel, con cara de ángel, es de temer.

Viene con identificación, autorizado por los dioses, con conocimientos de tu vida, tus pasos, tus miedos y tus fracasos.

Este ángel me llenó de alentadoras plegarias de vida, en forma de líneas, lujuriosas, amorosas y creativas, me hacía sentir que sí se podía, que yo también era un ángel, que era él en mí, y yo en él.

Siempre se colocaba una chaqueta y aún lo hace, aunque ya no lo vea, él tiene que cuidar a ángeles y crear sismos en el epicentro de los humanos.

Un día le pregunté:

- ¿Por qué la chaqueta?

El sonrió y respondió:

- Por costumbre

...Hasta ese día que seducí al ángel y fuimos a leer a aquella sucursal del infierno, y por fin pude ver el por qué de la chaqueta negra.

...Para tapar sus blancas alas.

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