A un ángel. Tú.
A un ángel. Tú.
Pero un ángel, con cara de ángel, es de temer.
Viene con identificación, autorizado por los dioses, con conocimientos de tu vida, tus pasos, tus miedos y tus fracasos.
Este ángel me llenó de alentadoras plegarias de vida, en forma de líneas, lujuriosas, amorosas y creativas, me hacía sentir que sí se podía, que yo también era un ángel, que era él en mí, y yo en él.
Siempre se colocaba una chaqueta y aún lo hace, aunque ya no lo vea, él tiene que cuidar a ángeles y crear sismos en el epicentro de los humanos.
Un día le pregunté:
- ¿Por qué la chaqueta?
El sonrió y respondió:
- Por costumbre
...Hasta ese día que seducí al ángel y fuimos a leer a aquella sucursal del infierno, y por fin pude ver el por qué de la chaqueta negra.
...Para tapar sus blancas alas.
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